El camino de la rehabilitación

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Vanessa Robbiano
Famosa actriz peruana

He estado pensando por varios días qué reflexiones puedo compartir con padres de chicas y chicos que están atravesando por algún trastorno de alimentación. Repaso mi historia con mis propios padres durante los años de mi enfermedad y el recorrido que he hecho hasta llegar a lo que soy hoy, una mujer sana, mamá de dos hijos maravillosos, una mujer con paz.

Lo primero que me sale decir es que sí hay curación, lo que no hay, son atajos. El camino de la rehabilitación es largo, pero precioso, lleno de lecciones que nos cambiarán la vida. No solo hablo del enfermo, sino de toda la familia.

Debe ser muy duro para un padre acompañar a un hijo que está pasando por esto. Los trastornos de alimentación son muy difíciles de entender, ni el propio enfermo sabe qué le pasa y por qué le pasa. Le piden fuerza de voluntad, que tome consciencia, que tenga amor propio, pero todos esos valores se le escapan, porque tener anorexia o bulimia es vivir en la autodestrucción, es haber cedido la voluntad, la autoestima y el poder de decisión, a una enfermedad de la mente y el alma, que nos controla y domina.

Los padres no somos psicólogos ni tenemos porqué saber cómo manejar todo eso. Los padres queremos ayudar a nuestros hijos, curarlos, salvarlos, protegerlos, pero la mayoría de veces no sabemos cómo, o simplemente no podemos y nos llenamos de culpa, impotencia, angustia y miedo.

Hay que pedir ayuda. Necesitamos de tres herramientas fundamentales para ayudar a nuestros hijos a sanar: Ver, informarnos y  pedir ayuda.

Ver la enfermedad de nuestros hijos, en vez de negarla o minimizarla. Ver nuestro propio dolor, nuestra impotencia en vez de creernos omnipotentes. VER los problemas que tenemos al frente y decidir enfrentarlos.

Informarnos es esencial. Hay que conocer qué es la enfermedad, de qué se trata, profundizar en ella, buscar cómo y dónde se puede curar, conocer la experiencia de otras personas, tanto enfermos como familiares de enfermos. Hablar con especialistas, buscar distintas fuentes de información.

Pedir ayuda pero no solo para nuestros hijos y acá está lo que realmente quiero decir: hay que pedir ayuda para nosotros. Un miembro de la familia enfermo, enferma a toda la familia. Más allá de que nuestro hijo o hija, quiera curarse o no, tenemos el deber como seres humanos de preservarnos a nosotros mismos. Hay que buscar ayuda para saber cómo enfrentar la situación, como seguir con tu propia vida, para estar más fuerte y sano, solo así serás de gran ayuda a tu familia, a tu hijo enfermo. Si tú también estás mal, entonces el círculo no se rompe.

No esperes que tu hijo cambie, la enfermedad de tu hijo, te está hablando de que tú también necesitas cambiar y sanar. Se puede. La enfermedad es una oportunidad que te da la vida de convertirte en alguien mejor y pleno de sentido. Hay que acogerla y transitar todo el camino hacia la salida, en vez de rechazarla.

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